Marina Waisman, apellido de soltera Kitroser (Buenos Aires, 1920 – Río Cuarto, 1997) fue una arquitecta argentina, la más trascendente crítica de arquitectura de América Latina. Produjo teoría de la arquitectura mirando las problemáticas propias de la región y proponiendo herramientas adecuadas para entender nuestra realidad. Recibió el Premio América por su labor.
Waisman se graduó como arquitecta en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) en 1945. Fue la única mujer de su promoción y solo dos arquitectas se habían recibido antes que ella: Nélida Azpilicueta en 1937 y Líbera Carmignani en 1942. Como lo cuenta ella en su artículo La mujer en la arquitectura que redacta en 1969, las mujeres se comienzan a incorporar a las universidades, la administración pública y los equipos de concursos hacia los años 60 cuando comienza además a incrementarse el número de alumnas de la carrera.
A pesar de las dificultades Waisman se inicia en la docencia en la misma Universidad en 1948, donde creó la primera Cátedra de Arquitectura Contemporánea que dicta hasta 1971. Entre 1956 y 1959 dio clases en Tucumán junto a Enrico Tedeschi y Francisco Bullrich. Junto a ellos crea el IIDEHA (Instituto Interuniversitario de Historia de Arquitectura), un relevante núcleo que articulaba profesores de todas las universidades argentinas, participando en la organización de seminarios donde convergían destacados especialistas del momento: Umberto Eco, Vincent Scully, Fernando Chueca Goitia, Giulio Carlo Argan, Joshua Taylor, Reyner Banham, entre otros.
En paralelo realiza una intensa carrera en el campo editorial. En 1970 comienza a colaborar con la revista Summa de Buenos Aires dirigida por Lala Méndez Mosquera. A partir de 1976, dirige la colección Summarios. También colaborará posteriormente con Summa+. Sus artículos se encuentran además en publicaciones de Alemania, Brasil, Chile, Cuba, Estados Unidos, España, Francia, Italia, Japón y Suecia. En 1972 publica su primer libro La estructura histórica del entorno, una interpretación desde la cultura latinoamericana del libro Teorie e Storie dell’architettura, de Manfredo Tafuri.
Waisman se preocupó extensamente por el patrimonio modesto de las ciudades, no solamente desde sus enseñanzas sino también desde un concreto activismo. Ella renuncia en 1970 a la asesoría municipal, cuando pese a su firme oposición se decide demoler la casona del pintor Emiliano Gómez Clara, ubicada donde hoy se encuentra la Plaza de la Intendencia de Córdoba. En 1974 se incorporó a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Córdoba donde formó el Instituto de Historia y Preservación del Patrimonio (hoy denominado Instituto Marina Waisman), primer posgrado de la ciudad de Córdoba. Aquí nace un grupo de trabajo que interviene en obras patrimoniales de la ciudad y se encarga de elaborar el catálogo de bienes a preservar de la ciudad. En 1980 se ocupa junto con Freddy Guidi y Teresa Sassi de la recuperación y restauración de la casa Garzón Maceda (hoy Centro Cultural España Córdoba). Coordina junto a Gustavo Ceballos y Juana Bustamante la Guía de Arquitectura de Córdoba, editada por la Junta de Andalucía, en 1996.
Desarrolló una intensa actividad en los SAL (Seminarios de Arquitectura Latinoamericana) que se iniciaron en 1985 en Buenos Aires. Este grupo fue un núcleo de discusión sobre el impacto del movimiento moderno en nuestras ciudades, la destrucción del patrimonio y los modos propios de aproximación a estas problemáticas. Aquí convergieron entre otros propulsores de una discusión sobre la realidad latinoamericana, Rogelio Salmona, Silvia Arango, Ruth Verde Zein y Enrique Browne. Esta reflexión converge en dos libros: 10 arquitectos latinoamericanos escrito junto a César Naselli en 1989, editado por la Junta de Andalucía y El interior de la historia. Historiografía arquitectónica para uso de latinoamericanos (Escala, 1993), donde plantea la necesidad de manejar instrumentos propios para la crítica de la realidad en Latinoamérica. El libro planteó un novísimo enfoque conceptual que modificó el modo de construir la historia del continente.
En 1991 es designada como profesora emérita de la Universidad Nacional de Córdoba y en 1992 vuelve a dicha casa de estudios, dictando las Cátedras de Problemática de la Modernidad en América Latina y Problemática de la Postmodernidad en América Latina. Crea allí el Centro para la Formación de Investigadores en Historia, Teoría y Crítica de la Arquitectura, hoy llamado Centro Marina Waisman donde se iniciaron numerosos docentes de las universidades cordobesas. En esta última etapa publica su libro La arquitectura descentrada (1995) analiza el mundo fragmentado de fines del siglo XX.
Recibió numerosos reconocimientos antes de su fallecimiento en 1997. Fue galardonada con el Premio América por su incansable labor crítica y trascendental aporte a la arquitectura latinoamericana en 1987. Fue miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes de la Argentina. La importancia de su obra ha sido reconocida por numerosos autores, entre ellos Josep Maria Montaner en su libro Arquitectura y Crítica en América Latina y Ruth Verde Zein en O lugar da crítica, Ensaios oportunos de arquitetura. La comunidad universitaria que compartió con ella distintos espacios de trabajo, la recuerda por la claridad con que exponía sus ideas, por su sentido del humor y por la generosidad y compañerismo.